lunes, 26 de marzo de 2018

Querido Diario, 26 de marzo de 2018

Querido Diario:

Ay, qué bonito es el amor.

Este trabajo no es solo informar una y otra vez a los visitantes sobre las normas del Museo. No es solo desesperarse cuando te quieren tomar el pelo y hacer la fotografía aun cuando saben que no está permitido. No es solo llegar a punto del infarto cuando ves que acercan los dedos, los planos, los bolígrafos, las patillas de las gafas, las botellas de agua,... a los cuadros. No es solo aburrirte en los momentos de soledad en la sala. No son solo cosas negativas.

También tiene sus momentos buenos. Y, a veces, muy buenos. Te cuento...

Hace unos días estando de charla con un buen amigo mío me comentó...

-Estás este mes en las salas 7-11, ¿verdad?

-Sí, claro, todo el mes.

-¿Y trabajas el día "x" o libras?

-Trabajo, como no.

-Pues te voy a pedir un favor.

-Lo que tú quieras.

-¿Sabes? El cuadro que más le gusta a mi novia es La fragua de Vulcano y está en tu sala 11. Pues el día "x" voy a ir con ella al Museo y la voy a llevar a ver su cuadro favorito. Y cuando estemos allí, te pido que le des este sobre. Y nada más.

Y así, sin más, me dio un sobre cerrado.

-Pero no lo leas.

-Cómo lo voy a leer si me lo das cerrado. Y, por cierto, eso se pide de rodillas y con un anillo de por medio.

Y él, con una sonrisa de oreja a oreja, no me dijo nada más.

La verdad es que yo no sabía qué decía la carta y el último comentario se lo dije de broma. Pero me quedaba el runrun de si iban por ahí los tiros o no.

Y llegó el día "x" y me metí el sobre en el bolsillo de la chaqueta, a espera de la llegada de la pareja. La verdad, no sé si me hicieron muchas fotos o no en las demás salas, pero en la de La fragua de Vulcano, no, porque me pasé mucha tarde en ella, esperando. No fuese que llegasen los novios y que yo no estuviese preparado.

Eso, sí, al final del día, cuando hice la requisa a los cuadros, comprobé que todos estaban intactos, que es lo más importante de nuestro trabajo. Fotografiados, seguro, pero en perfecto estado.

Volviendo a la espera... llegaron en el momento que había un grupo de orientales en la sala. Ella, me acuerdo perfectamente, primeramente su puso a un lado y poco a poco fue granando terreno hasta que se quedó en medio de la sala. En ese momento fue cuando yo me acerqué...

-Perdone, ¿es usted Pepita Jiménez?

Como podrás entender, querido Diario, lo de "Pepita Jiménez" me lo acabo de inventar. Si te das cuenta no he dicho ni el nombre de mi amigo ni el de su novia, por el secreto profesional y personal. Si él me lo autoriza decir sus nombres cuando le vea otra vez, tacharé estas palabras y te modificaré.

-Sí, soy yo.

Y se puso a reír. No sé el motivo, pero me imagino que de puro nervio... ¿qué hace este tipejo llamándome por mi nombre y cómo lo sabe?

-Pues entonces creo que este sobre es para usted.

Y me marché... bueno, me quedé entre las dos salas y me hice el "despistado", vigilando las salas pero con el rabillo del ojo echado en la pareja. Ella miraba al sobre, me miraba, miraba a su novio,... él, buen actor, decía que no sabía nada y que abriera el sobre. Bueno, eso se lo leí en los labios, pues estaba, y quería estar, lo bastante lejos para no oír nada.

Y después de la lectura de la carta y de unas palabras que le dijo él... que ya no leí sus labios, se abrazaron... y ya no quise "cotillear" más. Me marché a vigilar las demás salas, que era lo que me pedía el cuerpo y mi mente me decía que era lo que ya tenía que hacer a partir de ese momento.

Al cabo de un rato él me presentó a su novia...

-Ehm... no sé qué decir... aquí... de cómplice... espero que te haya alegrado algo la tarde.

Y ella me dijo...

-Un poco, no, un mucho.

Y luego se marcharon.

Al día siguiente, cuando le vi, no pude contenerme más...

-A ver, me tienes que decir qué era lo que ponía la carta, si se puede, claro, que esto es un sinvivir.

-¿No te fijaste en la mano?

-No. Cuando le pusiste la mano en el culo ya me marché.

Tengo que decir que eso era una broma. Lógicamente no vi nada de eso. Pero tengo la confianza suficiente como para decírselo.

-No, en su dedo. ¿No viste el anillo?

¡¡¡Me cachis!!! Me perdí la entrega del anillo. Bueno, no me importa. Lo importante es que yo fui partícipe de algo muy importante para sus vidas. Espero que sean tan felices en su unión como yo lo soy con mi mujer.

Y espero que su novia se acuerde de mí toda su vida... para bien, claro.

En fin, querido Diario, como verás no todo es negativo en este trabajo. Tambien nos sucenden cosas bonitas.

Y cambiando de tema, ¿de qué cuadro crees que te voy a hablar hoy? ¡¡¡Sí, bien!!! De La fragua de Vulcano. Acertaste.

Este cuadro lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1630. Y según cuenta Ovidio en sus Metamorfosis (IV), Apolo, el dios del sol, fue al taller de su amigo y herrero de los dioses del Olimpo, Vulcano, para darle la desagradable y humillante noticia de que su mujer, Venus, estaba cometiendo adulterio con el dios guerrero Marte.

En este cuadro, Velázquez quiso dar a la escena un tratamiento realista y no divino. Quiso representar las reacciones del estupefacto y airado esposo y de sus ayudantes, los míticos cíclopes, que, por cierto, en este caso, les "concedió" un segundo ojo.

Velázquez quiso captar el momento con más contenido emocional... cuando Apolo le da la noticia. Así le permitió desplegar toda una variedad de actitudes y gestos en la misma escena.

Pero lo que más me llama la atención, querido Diario, es que, además de querer contar una historia, Velázquez quiso hacer un estudio del cuerpo humano como si fuese una escultura grecorromana. Me explico... si te fijas bien, dibujó la anatomía del hombre desnudo por todos sus lados. Apolo muestra el lado derecho; Vulcano, que es el señor mayor con un pañuelo en la cabeza, muestra el frente; el tercer personaje muestra la espalda y el cuarto, el lado izquierdo. Y el último cíclope, el que está más a la derecha, está dibujado en escorzo, que es representar una figura, en este caso el cuerpo de un hombre, en sentido perpendicular al plano del lienzo.

Resumiendo... Velázquez era un genio.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro La fragua de Vulcano - 1630 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 11).

3 comentarios:

  1. Una pregunta, que seguro le han hecho un millón de veces: ¿por qué no se pueden hacer fotos SIN flash a los cuadros?

    Gracias de antebrazo

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    1. La respuesta es muy sencilla, cotilla Cidi... por normativa de la Dirección del Museo, firmada en una Resolución del 27 de mayo de 2015 por la que se aprueba la Instrucción por la que se establece la Normativa para la visita al Museo del Prado.

      La explicación de esta normativa tiene varias explicaciones.
      1) ¿Quién te asegura que no salte el flash? Se sabe que el flash daña, y mucho, a los cuadros. Evitando el peligro se evita lamentarse después.
      2) Y si yo quiero disfrutar del cuadro con tranquilidad y solo veo a gente empujándose para hacer la foto, pues podría quejarme... y con razón. ¿Cómo se ve la Mona Lisa en el Louvre? La respuesta es a 10 metros de distancia, con muchas cámaras obstaculizándome la visión. ¿Qué prefieres?
      3) ¿Por qué tendría que esperar a ver tranquilamente "El caballero de la mano en el pecho" si hay una fila de gente queriéndose hacerse un selfie con el cuadro, poniendo la postura de la mano?

      No sé si te he convencido.
      Un saludo.

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    2. ... y es más. ¿Por qué perder el tiempo en hacer una foto en vez de disfrutar con el original? Mucha gente a la que informamos que no se pueden hacer fotografías, me marchan al momento sin contemplar la obra. Prefieren tener la foto antes que el admirar el cuadro... pero si la foto ya la tienes en internet, en la página oficial del Museo, y encima te la puedes descargar en buena resolución.

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